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sábado, 9 de junio de 2012

La dependencia del móvil es un fenómeno social", admite el psicólogo Javier Garcés, experto en Psicología del Consumo y sus adicciones.

No sin mi móvil
 

 ¿Es usted de los que regresa a medio camino si se le olvida el móvil en casa? ¿De los que no lo apaga ni para entrar al cine y lo consulta si nota la vibración durante la película? ¿Se lo lleva consigo al baño? Si ha respondido afirmativamente a todas estas preguntas es más que probable que sufra nomofobia, un miedo irracional a vivir con el teléfono apagado.
 Algunas encuestas cifran entre el 53% y el 66% el porcentaje de españoles aquejados de este nuevo miedo irracional que, según datos del Centro de Estudio Especializados en Trastornos de Ansiedad, ha aumentado un 13% en los últimos años debido a la expansión de los teléfonos inteligentes.
 "La dependencia del móvil es un fenómeno social", admite el psicólogo Javier Garcés, experto en Psicología del Consumo y sus adicciones. "Hemos creado una sociedad en la que se necesita el móvil para todo, los padres les dicen a sus hijos que llamen cuando lleguen a un sitio, tenemos que estar localizados en todo momento, en la calle ya no hay cabinas...".
 Por eso, admite, es difícil distinguir esta dependencia social de una adicción real. "En los casos patológicos, en los que esa dependencia genera ataques de ansiedad, pánico, irritabilidad... la diferencia está clara. Pero en los 'pequeños' ataques de ansiedad la diferencia no lo es tanto", reconoce. "La nomofobia no está catalogada como trastorno psicológico como tal, ni siquiera lo está todavía la adicción al móvil", aclara por su parte José Antonio Molina, psicólogo responsabe de psicohealth.com; "eso no quiere decir que el cuadro no exista, y que dentro de unos años lo estemos tratando en las consultas".

A su juicio, la nomofobia sería un síntoma más a valorar dentro de un cuadro adictivo, en el que cita algunos signos de alerta más. "Como pasar cada vez más tiempo conectados, perder el control, que el hábito empiece a generar consecuencias negativas, repercusiones económicas, cuadros depresivos y, finalmente, síndrome de abstinencia". Es decir, nomofobia o nerviosismo al estar separados del aparato.
 Sin batería, sin saldo...
 La llamada nomofobia (un término derivado del inglés, no-mobile-phone phobia) es una parte más de esas nuevas adicciones tecnológicas, admiten los especialistas, en las que los límites cada vez están más difuminados. Antes, aclara Garcés, se distinguía el 'enganche' al móvil, a internet, a los videojuegos... Pero la llegada de los teléfonos inteligentes, que permiten tener todo junto en el bolsillo, está difuminando estos límites.
 De hecho, aplicaciones de mensajes instantáneos, como WhatsApp, está detrás del aumento de la nomofobia, especialmente entre los jóvenes, el grupo de edad más afectado por este problema. "Precisamente estamos viendo que el problema de adicción al móvil se da en personas que no esperan necesariamente una llamada importante (por motivos de trabajo, por ejemplo); sino en sujetos que desarrollan una relación no utilitaria con el teléfono".
 Esa preocupación por estar desconectado se traduce en un mirar constantemente el aparato (una media de 34 veces al día, según datos de la empresa SecurEnvoy), en no apagarlo nunca, no poder dejárselo olvidado en casa, en tener que contestar inmediatamente cualquier llamada o mensaje entrante, revisar a cada minuto el nivel de batería... Esta misma compañía descubrió el 75% se acompañaba del celular en sus visitas al servicio.En el Reino Unido, una encuesta realizada por YouGov elevaba el porcentaje de nomofóbicos al 85% (e incluso al 98% en el caso de las mujeres). Según este análisis, el 83% respondió que el principal motivo de ansiedad cuando tenía el móvil apagado era por no poder tener contacto con familia y amigos.Según diversos análisis, el mayor riesgo está en la población de 18 a 25 años (en este grupo, sólo el 2% usa el teléfono exclusivamente para hablar), aunque los psicólogos parecen coincidir en que existen ciertas personalidades adictivas, con mayor tendencia a sufrir este tipo de problemas. "Personas con déficit de habilidades sociales, que se sienten más cómodos interactuando con los demás a través de la tecnología, con cuadros depresivos...", apunta Molina. En los casos más graves, la nomofobia y otras adicciones tecnológicas pueden llegar a interferir con la calidad del sueño.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/06/08/neurociencia/1339151592.html

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